El bloqueo económico al que Israel ha venido sometiendo a Gaza desde que Hamás se hiciera con el control de la Franja en junio de 2007, unido a los ataques ocurridos en los últimos días, han sumido a la población palestina de Gaza en una situación humanitaria de máxima emergencia. La destrucción de hospitales, los ataques dirigidos contra escuelas bajo bandera de NNUU, la falta de medicamentos, comida, agua, combustible y suministro eléctrico hace que el cuidado de los heridos y la supervivencia de la población, cuya huida está imposibilitada por el cierre de fronteras, estén en grave riesgo.
Según datos de NNUU, desde el inicio de la ofensiva israelí han muerto al menos 640 palestinos y otros 2850 han resultado heridos, siendo en su inmensa mayoría civiles, con un alto número de niños y miembros de equipos médicos asesinados mientras llevaban a cabo su misión sanitaria.
En el momento en el que se asesinan niños se pierde toda la razón, si es que alguna vez se tuvo. No hay excusas, no hay razones, no hay absolutamente nada que justifique una masacre infantil. El conflicto en la franja de Gaza, entre Israel y Palestina no tiene una solución fácil, pero lo que queda claro, es que desde el momento en que la sinrazón de las armas toma la voz cantante de los argumentos, es complicado sentarse alrededor de una mesa para hablar de paz.Vergüenza para los que matan, para los que asesinan, pero vergüenza también para los que lo permiten y con su poder bloquean cualquier opción de los Organismos Internacionales para darle una oportunidad a la Paz.
El legítimo derecho de Israel a defender su seguridad no supone en absoluto carta blanca para infligir un castigo colectivo a la población civil palestina de la Franja de Gaza.
La evolución histórica en la región ha probado que no existe una solución militar al conflicto. El uso desproporcionado de la fuerza no conduce a la paz ni a la seguridad de Israel, sino a una espiral de violencia que amenaza con perpetuarse en el tiempo y extenderse a otras zonas de la región, erradicando las esperanzas de alcanzar una solución global, justa y duradera para el conflicto de Oriente Medio.
Este nuevo y especialmente mortífero episodio del conflicto de la ocupación de Palestina por Israel pone de manifiesto, una vez más, la necesidad de resolver definitivamente el mismo con el cumplimiento de todas las resoluciones de las Naciones Unidas.